El águila real de montaña (Spizaetus isidori), o águila andina, es una majestuosa rapaz que habita los bosques andinos, desde Colombia hasta Argentina. Actualmente está clasificada como En Peligro por la UICN, debido a la pérdida de hábitat, la cacería, entre otras amenazas de origen humano. Foto: Gilder Gonzáles / Fundación Águila de los Andes Esta especie ha evolucionado en el bosque andino, un ecosistema con poca estacionalidad, temperaturas diarias variables y una oferta relativamente constante de recursos. En este entorno compite por territorio y presas con otros grandes rapaces, como el águila solitaria (Buteogallus solitarius) y el águila príncipe (Morphnarchus princeps), además de otros individuos de su misma especie. Gracias al trabajo que comunidades locales y autoridades ambientales han adelantado en Risaralda y Valle del Cauca, hemos aprendido un poco más sobre su ciclo de vida. Aqui te compartirmos algunos datos importantes sobre su ciclo de vida: Se sabe que el cortejo puede ocurrir a finales de año, entre octubre y diciembre, con vocalizaciones y movimientos aéreos de las parejas. Sin embargo, también se han observado estas conductas a mitad de año, lo que sugiere posibles variaciones en la actividad reproductiva según la región. Una vez llevada a cabo la cópula, ambos individuos participan en la construcción del nido, que es una plataforma de palitos ubicada a menudo en árboles emergentes del bosque o en zonas encañonadas con fuertes pendientes. Según observaciones realizadas en la zona por instituciones como WCS Colombia, La Corporación Autónoma Regional de Risaralda (CARDER) y la Federación Comunitaria para el Ordenamiento y Manejo de las Áreas Protegidas de Risaralda (FECOMAR), estos nidos pueden ser reutilizados cada temporada, razón por la cual conservar sus territorios reproductivos es fundamental. La hembra pone un solo huevo cada uno o dos años, el cual incuba durante unos dos meses, mientras el macho colabora trayendo alimento. El polluelo deja el nido a los tres meses, pero sigue siendo alimentado por sus padres durante siete meses más. Los jóvenes se dispersan después de este período y, entre los 3 y 4 años, establecen su propio territorio. Fotos: Gilder Gonzáles / WCS Colombia / Fundación Águila de los Andes / Asociación Calidris En cuanto a su longevidad, según datos de la Fundacion Aguilas de Los Andes, se han registrado ejemplares de hasta 43 años en cautiverio, aunque en estado silvestre se estima que viven menos. De hecho, La mayor tasa de mortalidad ocurre en los juveniles: según estimaciones, de 6 jóvenes sólo 2 sobrevivieron en paisajes fragmentados. Las principales amenazas para el águila andina incluyen la pérdida y degradación de su hábitat boscoso, la electrocución en redes eléctricas, y las retaliaciones humanas, como la cacería motivada por ataques a gallinas, esta última amenaza se presenta más en individuos jóvenes que en adultos. Incluso, de acuerdo a conversaciones con las organizaciones aliadas, los ataques a gallinas parecen ser más frecuentes hacia el norte del corredor Paraguas-Munchique y los bosques montanos del sur de Antioquia, que coinciden con mayores registros de la especie, sin que esto indique necesariamente, que los ataques no ocurran fuera de esta área. Otras presiones directas e indirectas observadas en campo incluyen la presencia de ganado en los bosques, presencia de monocultivos como el aguacate, y derrumbes naturales que podrían afectar la calidad de los territorios de reproducción y alimentación. Foto: Gilder Gonzáles / WCS Colombia / Fundación Águila de los Andes / Asociación Calidris Esta información refleja cuánto nos falta por conocer sobre su historia de vida y supervivencia en estado natural. Buena parte de esta información aún no está documentada, pero podría estar presente en la experiencia de comunidades locales que han convivido con la especie por generaciones. Por eso, el monitoreo participativo como el que desarrollamos en el proyecto “Conservando el Águila andina en Colombia”, con apoyo de nuestros aliados FECOMAR, Parques Nacionales Naturales de Colombia, WCS Colombia, Fundación Águilas de los Andes, entre otros, ha sido fundamental para integrar el conocimiento científico con el saber comunitario y avanzar en estrategias efectivas para su conservación. Algunas acciones son urgentemente necesarias para asegurar la conservación de esta especie en Los Andes, entre ellas podemos mencionar, el fortalecimiento de los corredores ecológicos donde se desplaza, la conservación de su hábitat y el aumento de la valoración de esta especie única, a través del monitoreo y la educación ambiental. ¡Por las aves, con la gente! Seguimos trabajando en alianza local con: Fundación Impulso Verde, Fundación Trópico, Fondo Patrimonio Natural, Parques Nacionales Naturales de Colombia, Hotspot Andes Tropicales – CEPF , Fundación Águilas de Los Andes, WCS-Colombia, FECOMAR, CARDER, Colectivo Pato posible, Fundación Farallones. El proyecto “Conservando el águila andina en Colombia”, cuenta con el apoyo financiero del Fondo de Alianza para Ecosistemas Críticos (CEPF por sus siglas en inglés) y del Fondo Patrimonio Natural para integrar el trabajo con socios #CEPF a nivel del Corredor y a nivel regional, con el aporte de organizaciones de #Perú, #Bolivia y #Ecuador, así como de grupos locales a lo largo del territorio. Para más información: Luis Fernando OrtegaSocio InvestigadorAsociación Calidrislfortega@calidris.org.co