La protección de las aves playeras migratorias de la costa del Pacífico latinoamericano galardonada por la XX edición de los Premios Fundación BBVA a la conservación de la Biodiversidad

Coordinado por la Asociación Calidris (Colombia) este esfuerzo colectivo, reúne a socios de 11 países que tienen costa en el Pacífico latinoamericano, desde México hasta Chile, quienes vistan 148 humedales de la costa del Pacífico. De esta red también hacen parte dos socios de Estados Unidos y Canadá.

Foto: Quetzalli Nicaragua

El Proyecto de las aves playeras migratorias del Pacífico americano, coordinado desde Colombia por la Asociación Calidris, ha sido premiado en la modalidad de Actuaciones en Conservación de la Biodiversidad en Latinoamérica.  Según El Jurado esta actuación ha sido desarrollada en una “amplia franja geográfica, alineando la fundamentación científica y la participación de la sociedad, desde México hasta Chile, englobando 148 humedales costeros en 11 países. sobresalen las acciones de conservación informadas y evaluadas científicamente, la creación de bases de datos disponibles para la comunidad científica, y el éxito en la mitigación de las perturbaciones humanas en las poblaciones de aves playeras”.

 

El Proyecto de Aves Playeras Migratorias

 

El Proyecto de Aves Playeras Migratorias nació en 2011 como una red de organizaciones dedicadas a realizar conteos científicos de aves playeras en los lugares por donde migraban. Catorce años más tarde, aglutina a organizaciones de los 11 países que tienen costa en el Pacífico latinoamericano, desde México hasta Chile, convirtiéndose así en un apoyo clave para la conservación de estas aves y fortaleciendo las comunidades que viven en torno a sus ecosistemas.

 

Cuando Luis Fernando Castillo, director de la Asociación Calidris, cursaba la asignatura de Ecología de Aves Marinas y Playeras en la Universidad del Valle (Colombia), un grupo de estudiantes se organizó para anillar las aves que pasaban por las playas colombianas durante su migración, y liberarlas con la esperanza de que su esfuerzo contribuyera a estudiar mejor su comportamiento. “Por aquel entonces —recuerda Castillo—, el estudio de las aves playeras era muy novedoso. Pero nos resultaba muy excitante pensar que estábamos contribuyendo a un ejercicio mucho más grande, que nuestra playa estaba conectada con Alaska y con la Patagonia”.

 

Aquel grupo pronto se constituyó en la Asociación Calidris, y, dado el carácter migratorio de las aves, enseguida comenzó a interactuar con otras iniciativas similares de otros países. Apoyados por el Servicio Forestal de Estados Unidos, concibieron un proyecto de monitoreo que integrara toda la región que abarcaban aquellas aves. Se fueron sumando más países paulatinamente y, desde 2019, el proyecto integra a Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y México, incorporando además a organizaciones en los dos países del Pacífico norteamericano, Estados Unidos y Canadá.

Foto: Fernando Castillo / Asociación Calidris. Pacífico colombiano
Foto: Daniel Imbernón / ROC. Desempocadura del río Mataquito (Chile)

Además, los conteos de aves revelaron qué actividades humanas podían amenazar su subsistencia, y la red ha pasado a involucrarse directamente en la conservación de estos animales a través de diversas actividades. “Las personas que están en la playa divirtiéndose a veces piensan que su comportamiento no genera efectos”, explica Diana Lucía Eusse, investigadora asociada a Calidris y coordinadora del Proyecto. Sin embargo, los tiene.

 

De acuerdo con Eusse, “Una herramienta clave para mitigar este impacto han sido los festivales de aves, que han permitido contarle a la gente de una manera amable la importancia de las aves, y además, se ha trabajado con inmobiliarias para crear zonas de exclusión que permitan que la playa se comparta entre aves y humanos en ciertas épocas del año”.

 

La comunidad es clave para la conservación de las playeritas

 

En otros casos, la red ha comprobado que, para conservar las aves, es clave involucrar a la población local: “Esa ha sido la historia de Calidris”, apunta Castillo, “pasar de contar aves a pensar en cómo trabajas con la gente y atiendes sus necesidades”. “En Colombia y en otros lugares de Latinoamérica, los sitios biodiversos son compartidos por personas en algunos casos con situaciones complejas en términos de capital físico, educativo y de salud”, agrega Eusse. “Y a veces nosotros, en el estudio de la biología, somos capaces de llegar a sitios donde nadie más llega. La conservación de las aves también consiste en fortalecer la capacidad de agencia de las comunidades locales, porque cuando trabajas con las comunidades, se refleja en la naturaleza”.

 

Además, se han forjado lazos con productores de sal y de camarones en diversos países. En ambos casos, se han establecido recomendaciones para establecer niveles de agua en las piscinas tanto de sal como de camarones que permitan que las aves descansen y se alimenten allí. Pero la clave para que estas recomendaciones se lleven a la práctica, ha sido resaltar los beneficios económicos que aportan a los productores, en cuanto a imagen corporativa y también entendiendo que la presencia o no de aves puede indicar que estas piscinas estén en mal estado y necesiten de intervención.

Foto: Luis Fernando Castillo / Asociación Calidris. Pacifico colombiano
Foto: Diana Eusse / Asociación Calidris. Camaronera en Honduras

“Ha sido uno de nuestros grandes aprendizajes como conservacionistas: el objetivo no es que todo produzca dinero, pero para tener éxito hay que poder hablar en términos de sostenibilidad en la producción”, argumenta Eusse.

 

Uno de los retos fundamentales que la red aborda diariamente es la grandísima diversidad entre las organizaciones participantes: “La realidad en cada país es diferente, la situación política, económica, los habitantes, entre otros. Por eso es necesario involucrar las necesidades y particularidades de cada lugar”, destaca Castillo, quien agrega que las reuniones frecuentes y la capacidad de escucha emergen como las claves de su éxito en este sentido. De esta manera, la red promueve que todo el trabajo se realice localmente: “el proyecto ha sido una forma de posicionar a Latinoamérica y de dar a conocer que la gente de aquí también está capacitada”, concluye.

 

Este proyecto favorece principalmente a 28 especies de aves playeras que usan el corredor migratorio y hábitats tropicales, subtropicales y de la zona templada sur, entre los que se cuentan planos intermareales, marisma, manglares, estanques de sal y camarón. En los 14 años de conteo se han registrado entre 300 mil y 500 mil aves playeras.

 

Si quieres ampliar la información sobre este reconocimiento, visita https://www.biophilia-fbbva.es/noticias/premios-biodiversidad-ibis-aves-playeras-elefantes-maestre-gonzalez-pan-aceytuno-fresneda/

 

También puedes consultar la página del proyecto: https://migratoryshorebirdproject.org/?lang=es

 

Para más información:

 

Diana Eusse
Investigadora
Asociación Calidris
deusse@calidris.org.co

SUSCRÍBETE A NUESTRO BOLETÍN DE NOTICIAS