La gran biodiversidad de un territorio ubicado en el la desembocadura del Río Iscuandé, Nariño y el compromiso de sus habitantes nos ha llevado a construir una relación de más de 10 años, en los cuáles de la mano de Consejo Comunitario Esfuerzo Pescador (CCEP) quien es la autoridad de este territorio, hemos adelantado diversas estrategias de conservación.
Se trata de un territorio con un bosque de mangle cuyos árboles altos y bien conservados sustentan la actividad pesquera que le da el nombre al Consejo Comunitario de Comunidades Negras que lo administra; son 10 comunidades que albergan alrededor de 2200 personas con características culturales especiales, una población trabajadora que nos han acogido como si fuéramos parte de su familia y con quienes tenemos un Acuerdo de Conservación del bosque de Mangle en conjunto con Conservación Internacional y NIA TERO.
Hace dos años uno de sus tesoros comenzó a verse amenazado, el bosque de mangle de este territorio inició a ser objeto de tala, algunas especies que aquí se encuentran han escaseado en territorios vecinos, por lo que frases como “hay muchas canoas sacando madera” y “todo el día suenan motosierras”, se posicionaron en el discurso de los habitantes del CCEP. Por ello desde hace un año en conjunto con los líderes del CCEP, y el apoyo del Programa de Participación Pública Ambiental – PPPA, iniciamos a trabajar en torno a esta problemática.
Las estrategias han sido diversas y en estas participan líderes, la Junta directiva y el representante legal del Consejo; van desde consolidar un equipo de vigías del manglar, que se encargan de vigilar su territorio registrando los lugares con evidencia de la tala; posicionar la problemática con autoridades ambientales locales competentes, hasta definir acciones locales para disminuir este comportamiento. La ley define que en Colombia la comercialización del manglar está prohibida y sólo se permite el uso local para la construcción y arreglo de las viviendas por parte de las comunidades nativas, únicamente en su territorio. La interpretación de ella y su fragilidad ha originado que a lo largo del Pacífico este ecosistema haya desmejorado.
La información recopilada por los vigías del manglar, revelan que el Mangle rojo y el Nato son las dos especies más afectadas con la acción extractiva. Conocemos, además, cuáles son los esteros del territorio más usados para ese fin, así como también la cantidad de eventos mensuales de tala, al iniciar el monitoreo se reportaron 26 eventos de tala mensuales y en marzo de 2020, 13 eventos, lo que significa una disminución del 50%, confirmando que las estrategias estaban funcionando. Estos meses de pandemia, el número ha vuelto a crecer.
Esperamos seguir actuando en favor de la conservación del territorio y que las autoridades competentes, realicen efectivas actividades de control y vigilancia, que se logre erradicar definitivamente esta nociva práctica de extracción cuyas pérdidas, a corto y largo plazo, producen un fuerte impacto negativo en toda la comunidad y un atentado contra la biodiversidad que la rodea.